Se
cuenta que en la edad de las brujas, en las montañas de los Ibores, una madre
noble tuvo tres hijas, Tina, Tina y Mada. La ira de una criada [contra la
madre, por darle tanto trabajo con las tres hijas], que era bruja, hizo que
las enseñara el arte de la brujería. Estas tres muchachas, al verse con
poder, no tenían ninguna compasión [a la hora de] hacer mal, y todo aquello
que les molestaba lo hacían desaparecer o lo maldecían. Al llegar a oídos
de sus padres, las quisieron matar. Al ver éstas que sus padres no las querían,
el odio se apoderó de ellas y se vengaron de sus padres matándoles e
intentaron vengarse de la criada, pero ésta última las hechizó de tal
manera que lo que sentía una lo sentían las tres. Las brujas, enfurecidas
por el hechizo, culparon a la criada del crimen de sus padres.
Se
dice que esta bruja veía el futuro. Cuando la quemaron en la hoguera, se reía
frívolamente. Las hermanas notaron el hechizo al tiempo: si una se caía, a
las tres les dolía; si una quería comer, las otras también querían. A todo
esto las brujas no le daban importancia, porque eran tan codiciosas y con
tanto poder que lo deseaban todo, hasta que ya llegando a una madura edad,
Sina, [cuando estaba] comprando en un pueblo cercano vio a un hombre,
del cual se enamoró locamente, y le hechizó para que le diera su amor. Tina
y Mada también sintieron amor por él y también conjuraron con el mismo
hechizo. El hombre cuando llegó la noche se acercó a su casa, en la montaña.
Estas tres, cuando vieron al hombre, se tiraron a él. El hombre al ver a las
tres brujas se volvió loco y no sabía lo que hacer; las brujas al ver que el
hombre no reaccionaba le dejaron morir de amor.
Esto
pasó con muchos hombres, se dice que fueron tantos que el pueblo, cuando se
dio cuenta de que eran las tres hermanas las brujas que mataban los hombres,
fueron a por ellas. Éstas estaban también locas, porque no habían
conseguido ningún amor, sólo consiguieron odio entre ellas. Se dice también
que cuando fueron a quemar a las brujas las quemaron una a una, y la primera
fue Mada, y cuando estuvo ardiendo, las otras dos también ardieron. Para
probar esta leyenda, sólo tienes que ir a cualquier punto de las montañas
de los Ibores y contar esta historia para escuchar los escalofriante aullidos
de las ánimas de los hombres que
fueron muertos de amor por tres brujas codiciosas.
Hemos cogido esta leyenda de la pagina:
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